Escuché por ahí que “si a los 20 no sos socialista no tenés corazón, si a los 50 no sos capitalista no tenés cerebro”. Refleja en parte mi jornada personal. No porque antes tuviera más sensibilidad social que ahora (tan ausente hoy como ayer), sino porque cuando joven y pobre, matemáticamente, un sistema de reparto igualitario necesariamente me dejaría mejor parado.
Conforme mis ahorros fueron creciendo esta ecuación fue cambiando y ahora compartir cualquier cosa me da alergia, compartir dinero me provoca ataques epilépticos.
En mi caso siempre fui capitalista, tan capitalista que durante un periodo apoye al socialismo como modo de maximizar mi beneficio personal. Me doy asco a veces. Pero no estoy solo. Bob Dylan es mi compañero.
Sí, Bob Dylan, el ícono de la canción de protesta de los 60’s. Elevado a status de semi-Dios por muchos, considerado guía espiritual por otros. Bob, el metro patrón de los hippies, faro de los ecologistas y gurú de los relajados.
Su aparición en un comercial de TV es pues curiosa. La primera, en uno de Victoria’s Secret en 2004 es incuestionable por las derechas e izquierdas masculinas y lésbicas del mundo. Esta fue también la manera en que me entere que existía un tal Bob Dylan: el viejito afortunado entre los culos de Victoria’s Secret. En 2007 Bob decidió, entre todos los productos y servicios, promocionar la Cadillac Escalade de General Motors – el todo terreno que manejaría, si fuera de carne y hueso, Mr. Burns - orgulloso de sus 17 litros cada 100km de consumo.
Principios flexibles, un gusto por las modelos semidesnudas – es Bob mi medio hermano, me pregunté?
Hace una semana descubrí que si.
Parece que Bob escribió muchas canciones, que otros viejitos nostálgicos siguen escuchando, enfundados en sus poleras negras (ahora repletas de una barriga ausente hace 40 años). Además de los viejitos sus músicas se usan para películas, comerciales y varias otras cosas. Todo esto paga jugosos derechos de autor (‘royalties’). De todos los bancos del mundo, Goldman Sachs están a punto de comercializar un bono donde los inversores recibirán una tajada de los ingresos por royalties de Bob Dylan. Este tipo de bonos no tradicionales se llaman en la jerga “esotéricos”. Goldman Sachs, los banqueros de Satanás están vendiendo las canciones de Dylan en un bono esotérico. No podes inventar una historia así (excepto la parte que Goldman maneja el dinero de Lucifer, esto no está del todo probado).
Pocas veces tuve tantas ganas de tener una máquina del tiempo a mano. Para volver a los 60, y refregarles a todos los hippies, emocionados hasta las lágrimas con las letras de Dylan: este tipo en 50 años más va a usar esa misma canción para vender bombachas y autos de lujo. Y cuando su música sea comercial de nuevo, va a armar las cosas de tal manera que cada persona que la escucha este, sin saberlo, enriqueciendo a Goldman Sachs.
Posiblemente los hippies entre las drogas y el llanto no entiendan mucho mis vaticinios, en cuyo caso posiblemente use el viaje al pasado para venderle a Dylan mismo algunas ideas de inversión – ahora que sé que Bob... Bob siempre fue de los mios.
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