(EDITORIAL) El dinero... ¿seguro que no hace la felicidad?


En el último de mis cada vez mas frecuentes ataques de envidia malsana me dedique a escrutar en detalle la lista de los poco menos de 1200 billonarios del mundo. Estan catalogados de varias maneras, riqueza por supuesto es la dominante, pero tambien por industria, o la que mas me atrajo: si la fortuna es hecha por el sujeto o heredada.

Sheldon Adelson. 25 mil millones de dólares. Por qué él y yo no?


Hay otras listas, por ejemplo la de las mujeres mas 'poderosas'. Riqueza es absoluta, poder menos. ¿Es Christine Lagarde mas poderosa que Lady Gaga? Puede ser, puede que no.

Por supuesto que paseando sobre la lista un tipo resentido como yo no dejaba de pensar: yo podría estar ahí, o yo sería un mucho mejor billonario que ese ucraniano feo y con tan mal gusto. Lo que me llevó al clásico concurso infantil: si tuviera que elegir riqueza hecha o heredada, ¿por cuál iría? O... ¿poder versus dinero? ¿Fama o anonimato?

Cuando joven idealista tal vez pensaba en estudiar algo siguiendo mi corazón, encarar una carrera en algo que realmente me apasione  y ser bueno y reconocido como bueno, al punto de dejar una marca indeleble en la historia. Oceanografía, por ejemplo. Una vida monitoreando los hábitos sexuales de la merluza negra. Eso fue a los 11.

Para los 18, tiempo de elegir una carrera y en pleno conocimiento del concepto de retorno de inversión me decidí por ingeniería - todavia considerando la posibilidad de un puente más largo o un auto menos contaminante.


Para los 24, y cada vez mas claro en los mecanismos que en las sombras manejan al mundo, me enfoqué en banca y finanzas (ya era tarde para dedicarme a la distribución de armamento militar).

Si esto fuera una pelicula, este sería el momento donde viendo a un delfín saltar sobre el fondo de un atardecer poético me replanteo mi pasado y descubro que el dinero no lo es todo. Nada más alejado de la realidad.

Hago mías las palabras de Mr Burns:
No pasa un dia en mi vida donde no cambiaría todo lo que tengo... por más.
El único problema es que ese "más" requiere esfuerzo.

Excelente...
En mi caso, quiero dinero y fama (el poder podría comprarlo).

Mi posición ideal seria Príncipe de Mónaco. Fortuna asegurada, dueño de un estado, recolección de impuestos, control de la banca. El trabajo en sí es bastante manejable: levantarse a eso de las 10, desayuno en el balcón de palacio con vista a la bahía de Montecarlo, inaugurar algo - humectado con un par de gin & tonics (extra limón). Almuerzo liviano, fellatio y siesta. A la tarde es un poco más complicado: posiblemente afeitarse y vestirse de gala, un discurso corto en alguna convención, cena acompañado de alguna celebridad de grandes pechos, champagne y fellatio. No es tan monótono como parece: en invierno la fellatio se produce en el centro de ski Gstaad, acompañada de fondue y vino tibio.

El Alber'
El problema es que a Príncipe de Monaco sólo se llega por nacimiento o matrimonio. La primera ya fue sorteada y perdí. Pero no pierdo las esperanzas de que Alberto algun dia se fije en mí.

Sergio Sapio

1 comment:

Sergio said...

Mi meta personal es cien mil millones de Dólares.
Lo digo en palabras para que no tengan que contar los ceros.
A Sheldon Adelson le falta ambición, es muy quedado.